Es una mañana ventosa y soleada, propia de un verano que se avecina. Un grupo de carros a manera de caravana llega a las instalaciones de la 1ra Brigada de Fuerzas Especiales del Ejército. Los militares que están de guardia, custodiando la puerta principal del complejo, no dudan en abrir rápidamente las dos gigantescas rejas que separan la calle de la entrada principal de la base militar, un gigantesco complejo castrense, en pleno corazón de Chorrillos. La imponente estructura comprende distintas unidades. Una de ellas es la escuela de Paracaidismo del Ejército, fundada en 1959 por siete oficiales, uno de ellos, el entonces Teniente del Ejército peruano Jorge del Pozo. Para el año 2009, del Pozo, actual Comandante en Retiro, ha sido testigo de la formación de más de 90 000 paracaidistas, entre militares y civiles.
Esa mañana, Alberto Argote Cárdenas, presidente de la Asociación Aerodeportiva de Paracaidistas de Lima AAPAL, instructor, maestro de salto, piloto tandem y camarógrafo aéreo, ingresa a las instalaciones de la escuela de Paracaidismo del Ejército junto con una comitiva de miembros de la veterana escuela fundada en 1976 y adictos a la adrenalina para realizar un salto más, como lo viene haciendo desde hace quince años. Cerca de las once de la mañana, los efectivos que se encuentran en las inmediaciones de la zona de aterrizaje del cuartel trabajan apresuradamente para dejar todo listo para el 4 de noviembre, día que se cumplieron 50 años de la fundación de la escuela de paracaidistas. Sin embargo, ante la mirada atónita de los militares que trabajan de manera incansable, Argote y cerca de cinco paracaidistas civiles preparan rápidamente sus equipos para lanzarse desde un avión Piper a 7000 pies de altura. Un paracaídas principal, uno de reserva, cronómetro, altímetro y un casco, son parte del equipo que todo amante a las caídas libres debe tener si es que quiere aterrizar sano y salvo.
“El paracaidismo que nosotros realizamos comprende los saltos de caída libre y el salto básico que está formado por siete saltos y que los practicamos durante la temporada de verano, cuando la visibilidad es plena”
Y es que el paracaidismo civil, a diferencia del militar, solo emplea las modalidades del salto de caída libre y salto básico. La caída libre es una técnica que se ejecuta entre 7000 a 10 000 pies de altura para realizar una serie de maniobras y figuras humanas mientras se cae a cuatro metros por segundo y durante un minuto aproximadamente, tiempo límite antes de que se abra el paracaídas y se toque tierra. La otra modalidad, igual de extrema, es el salto básico, que se hace a 1200 pies de altura, donde el velamen se abre de forma inmediata.
Por su parte, los militares, a parte del la caída libre y el salto básico, practican el salto operacional que se realiza a más de 20 000 pies con fines bélicos. Para Fernando Gallegos, paracaidista civil desde hace 37 años y delegado de AAPAL, organización que cuenta en la actualidad con 40 alumnos, el paracaidismo es un deporte que tiene como finalidad lograr una serie de maniobras antes de llegar a los 700 metros de altura, momento en el que se abre el velamen, y en palabras de Fernando, la diversión se acaba luego de haber experimentado cerca de 60 segundos de caída libre.
“Este es el deporte más divertido que existe. Desde que sales del avión hasta que aterrizas la sensación que uno experimenta es increíble”, dice Fernando, partícipe junto a 399 personas del último récord mundial de formaciones con caída libre.
Eso mismo opina Meilin Sánchez, una de las cinco mujeres que practica paracaidismo desde hace veinte años. “Solo busco divertirme al máximo –dice Meilin, quien cuenta con 1200 saltos ejecutados-. Lo que me motivó a lanzarme por primera vez fue observar a unos paracaidistas en el hipódromo que aterrizaron prácticamente en mis narices. A los pocos días me metí al curso de paracaidismo”.
Pero para que la diversión no se convierta en tragedia, la seguridad y el conocimiento del clima son parte primordial de este peculiar deporte. Un buen salto depende de la visibilidad, del viento –que no debe superar los trece nudos- y de las ocho horas de instrucción que un aprendiz necesita para luego realizar un salto a 3 500 pies de altitud. Conforme el alumno acumule horas de salto, la modalidad básica dará paso a una modalidad de caída libre.
Pero las primeras pautas y conocimientos básicos de este deporte se adquieren en un curso de tres fines de semana. El curso consiste en preparar a un futuro paracaidista en dos puntos claves. La forma correcta de saltar del avión y la forma en que se debe de aterrizar: con las piernas juntas y medio inclinado hacia un costado.
Pero si uno es presa del temor y no se siente preparado totalmente para experimentar un primer salto al vacío lleno de incertidumbre, puede optar por el tandem. Una modalidad que una persona de cualquier edad y sin experiencia previa en paracaidismo, realiza unida por un arnés a un instructor profesional y titulado, que lleva todo el control del salto.
El salto se realiza desde 4.000 metros de altitud, alcanzando velocidades cercanas a los 250 kilómetros por hora. La campana se abre a los 1.500 metros de altitud, lo que supone un desnivel de 2.500 metros de caída libre. Una vez abierto el paracaídas, se realiza un vuelo de 7 minutos hasta el aterrizaje, lo que permite disfrutar de la vista aérea. Para los aventureros, el paracaidismo deportivo va más allá de un simple salto desde un avión a miles de pies de altura. Es como si los 60 segundos que uno queda suspendido en el aire generara una extrema sensación de libertad.
Informes: José Alberto Argote Cárdenas 99-812*6650
Antonio Tello / Terra Perú, noviembre 2009
Esa mañana, Alberto Argote Cárdenas, presidente de la Asociación Aerodeportiva de Paracaidistas de Lima AAPAL, instructor, maestro de salto, piloto tandem y camarógrafo aéreo, ingresa a las instalaciones de la escuela de Paracaidismo del Ejército junto con una comitiva de miembros de la veterana escuela fundada en 1976 y adictos a la adrenalina para realizar un salto más, como lo viene haciendo desde hace quince años. Cerca de las once de la mañana, los efectivos que se encuentran en las inmediaciones de la zona de aterrizaje del cuartel trabajan apresuradamente para dejar todo listo para el 4 de noviembre, día que se cumplieron 50 años de la fundación de la escuela de paracaidistas. Sin embargo, ante la mirada atónita de los militares que trabajan de manera incansable, Argote y cerca de cinco paracaidistas civiles preparan rápidamente sus equipos para lanzarse desde un avión Piper a 7000 pies de altura. Un paracaídas principal, uno de reserva, cronómetro, altímetro y un casco, son parte del equipo que todo amante a las caídas libres debe tener si es que quiere aterrizar sano y salvo.
buenísima entrada! me encanto, el paracaidismo es algo increíble, tuve la oportunidad de practicarlo hace unos años.. ahora estoy en mi alquiler de departamentos en buenos aires ya que me vine a vivir aquí por un tiempo pero me tomare vacaciones en mayo, espero poder ir a algún sitio nuevo para poder hacer paracaidismo con mi hijo!
ResponderEliminarmuchos saludos!
me podrían dar información para inscribirme en un curso de paracaidismo deportivo.
ResponderEliminar