Octubre, 2007
Luego de atrincherarse un año y ocho meses en tierras sureñas, la Corte Suprema de Chile, a través del juez Alberto Chaigneau, por fin dictaminó el fallo que aprobó la ansiada extradición de Fujimori al Perú. Ahora la posta la tomará el poder judicial peruano para que determine la responsabilidad penal por los seis de los siete delitos de corrupción y crímenes contra los derechos humanos a los que el ‘Chino’ tendrá que responder. Mientras tanto, García y compañía tendrán que estar preparados para actuar de manera justa e imparcial para que este sismo político no alcance una escala de terremoto.
Pues a siete días de su involuntario retorno al Perú, los suelos del ámbito político empiezan a moverse. Por un lado la ilusa y minoritaria bancada fujimorista se suicidaría si, de un momento a otro, dejara de apoyar al gobierno para confrontarlo. Por el otro, Vladimiro Montesinos se prepara para la disputa con su siamés, a la cual ya se sumó su amigote Santiago Martin Rivas, ex cabecilla del grupo Colina. Al mismo tiempo, no sería una sorpresa si más de uno empieza a hacer maletas para salir por la puerta falsa a raíz de las polémicas verdades que serán desempolvadas con los posibles videítos que el ex mandatario traiga bajo el brazo.
No hay duda que estos no son los días de Alan García y su gobierno: Primero un terremoto que destruye el sur chico, luego el alza de la gasolina y la canasta familiar, y posteriormente la llegada de un ex presidente dispuesto a tirar dedo a más de uno. Todo en menos de un mes.
Pero ahora quien pondrá las reglas de juego para determinar el futuro de Fujimori es el Poder Judicial a través de la Sala Penal Especial de la Corte Suprema, presidida por el vocal César San Martín. Por su parte, Martha Chávez y Absalón Vásquez se vistieron de naranja para sumarse a las protestas realizadas por los fujimoristas, a pesar que son conscientes que su líder está muy embarrado.
El escenario del juicio final se va armando. Ojalá se imparta justicia de manera imparcial e independiente, sin ceder a ningún tipo de presión que pretenda boicotear la sala por parte de “fujimoristas fundamentalistas”. Posiblemente, éste sea el comienzo de los últimos días del ‘Chino’, y esperemos que la justicia realmente haga justicia y que la condena que le espera sean los treinta años que se le pronostican. Suficiente tiempo para que reflexione, piense y se lamente de sus actos.
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