“Lo último que quiero es salir del país. Me siento reconciliado con el Perú y con la ciudad.”
Humberto Ortiz Pajuelo a sus 38 años de edad es una cara conocida de la televisión peruana y autor de dos libros (Maldita Ternura, en el 2004 y Grandes Sobras, en el 2006). El controvertido periodista regresa al Perú después de 3 años de exilio. Entre sus planes busca una segunda oportunidad para reivindicarse de sus errores y hacer mejor las cosas.
Tu empiezas estudiando Derecho y te cambias a Comunicaciones porque quieres escribir. Sin embargo, terminas trabajando en la televisión.
Me cambié a comunicaciones por la atracción de las cámaras. El derecho me aburrió profundamente. Solo duré un ciclo y hablé con mis padres para cambiarme de facultad, pero ellos no lo entendieron, no me autorizaron a cambiarme de carrera. Desobedecí la orden y me cambié pero no se los comuniqué y se enteraron que era periodista cuando empecé a publicar artículos en El Comercio. Escribir fue algo que vino después, estaba en tercer año de facultad cuando comencé a publicar y me di cuenta que era lo que me gustaba hacer, pero fue a través de la escritura de un guión en el año 89 que entré a trabajar en TV. No me sorprende que haya terminado haciendo TV porque hacer TV es como una persona que habla solo y yo he sido una persona que ha hablado consigo misma siempre.
La relación con tu padre nunca fue buena. ¿Cuál fue la actitud de tu padre cuando optaste por cambiarte de carrera?
Se enteró tarde, ya estaba en la facultad tres años y me encontraba ejerciendo el periodismo en El Comercio. Él, tanto como mi madre, me soñaron abogado. Mi padre particularmente no estuvo contento con el cambio. Le parecía que el periodismo era una actividad menor, un oficio de mando medio ligado a la bohemia, y por ende, a la borrachera y la vida disipada. Conforme comencé a publicar en medios prestigiosos, él era el primero que sacaba pecho por las cosas que escribía y publicaba.
¿Lo consideras como un amigo?
Sí, mi papá ya va a tener 80 años y ya es como si fuera mi hijo. Creo que los amigos tenemos momentos difíciles, y mi época de adolescente como casi todas las adolescencias ha sido de conflicto. Ahora llevamos una relación muy apacible.
Luego de haber tenido una amplia carrera periodística, en el año 2003 optas por irte a USA. ¿Cuáles fueron los motivos que te llevaron a tomar tal decisión?
Fue una medida de emergencia porque en mi vida ocurrieron varios tropiezos. Me quedé en la ruina económica por la aventura de establecer una discoteca en Iquitos. Además, en mi vida personal sucedieron acontecimientos pocos felices y el pequeño mundo que tenía construido se vino abajo. Pensé que la única alternativa de sobrevivencia era salir y comenzar de nuevo.
¿Pensaste en tu madre al momento de decidir irte? ¿Pensaste en llevártela?
No hubiera sido posible llevármela porque me estaba yendo a la aventura sin tener un plan, un presupuesto, ninguna idea preconcebida. Solo tomé el boleto y me fui. No, pensé que me iba a quedar tanto tiempo, me quedé casi 4 años. Hubiera sido excesivamente irresponsable al llevarme a mis padres porque no hubiera tenido como sostenerlos.
En una entrevista que diste al diario Correo el 22 de noviembre del 2006, declaraste que te considerabas indisciplinado en todos los aspectos de la vida. ¿Cómo lograste escribir tu novela “Maldita Ternura”, la cual publicaste en el 2004 estando en USA?
Maldita Ternura era la única actividad que tenía en ese momento de exilio. La mitad del 2003 y todo el 2004 que fue mi época inicial de exilio, estaba asumido en una depresión muy fuerte. Vivía en un departamentito alquilado en una zona inhóspita de Miami. No tenía trabajo, amigos, ni pareja, no tenía nada. Lo único que podía hacer era escribir.
“Escribo cuando no me queda más remedio. Al estar solo, me auto condené a escribir.”
En la novela hablas de la homosexualidad, la pederastia y la promiscuidad. ¿Se puede considerar como una declaración pública de tu inclinación sexual?
Para nada. He hablado de homosexualidad antes de la novela. Desde el comienzo pensé que el personaje seria un tipo desmesurado, amoral, sin reglas. Parte de esa desmesura era su vida sexual, pero en absoluto quería hacer de ella un manifiesto y creo que la advertencia irónica inicial deja zanjado el tema: “Para evitar las confusiones que podrían resultar de que el nombre del personaje sea el mismo del autor, hay que aclarar que la vida del autor no es la misma, que muchas veces es peor”.
Ese mismo año, te ves implicado en el caso de corrupción Almeyda-Villanueva y pasas de denunciante ha denunciado. Te enteraste que había una denuncia en tu contra…
Investigué el caso y lo publiqué. Sabía que las consecuencias iban a ser represalias del Estado. No diría que me vería implicado porque eso es una casualidad. Sabía perfectamente lo que iba a pasar. Se abrió un juicio en el cual se me puso al mismo nivel del denunciado. Tenía claro que una vez que terminara el gobierno de Toledo iba a poder volver.
Te viste obligado a pedir asilo político en USA ¿Por qué has decidido regresar a pesar del riesgo que podías correr?
Pedí asilo para poder trabajar. Tenía claro que iba a estar un periodo largo y necesitaba trabajar legalmente. El asilo me permitió obtener los papeles de trabajo y poder trabajar como reportero freelance en el noticiero de Telemando en New York. Pero una vez que terminó el gobierno de Toledo y los riegos se redujeron, preferí mil veces regresar a mi país que estar afuera.
¿La situación económica y de salud de tus padres influyó en que regreses?
Sin duda la nostalgia es un factor importante, pero no es la razón principal. Soy un periodista que trabaja con su realidad. Hacer periodismo en otro lado implica tener que hablar de temas que no conozco y si los conozco, no me interesan, no me competen.
En los 3 años y 3 meses de exiliado también has estado a punto de casarte en Miami con un inmigrante chino ¿Estabas realmente enamorado o la soledad te obligó a buscar refugio en el que te acepte emocionalmente?
(Risas) Esa relación que he contado en una columna de Perú.21, fue una relación efímera y no por ella menos intensa. Lo del matrimonio era una broma y pienso que el matrimonio entre gente de un mismo sexo siempre va a ser un sarcasmo porque es una caricatura del estilo de vida heterosexual. Me parecería una burla imitar una boda normal para pretender asimilarme a las reglas de la sociedad. Si tengo un estilo de vida diferente, es evidente que mi vida va a diferir de la del resto.
¿Te consideras una persona promiscua?
He sido muy promiscuo en una época de mi vida. No solamente en un sentido sexual, sino en la no selectividad de amigos y de contactos. Era una época de mi vida donde quería conocerlo todo. He hecho amigos y relaciones con todo el mundo y nunca me he cuidado las espaldas. En términos sexuales, la promiscuidad ya no me interesa, no me resulta atractiva. Hay otras cosas que me importan más, como por ejemplo llegar a un nivel de amistad con alguien que te permita que la convivencia sea un placer y no un tormento como en casi todos los casos. Conforme uno avanza en su vida, el sexo empieza a pasar a segundo plano. De otra manera, estas condenado a llevar una vida de adolescente toda tu existencia y eso es un grado de inmadurez que no es recomendable.
Al regresar al Perú, publicaste un libro de crónicas titulado Grandes Sobras, que fueron resultado de tu exilio en USA. ¿Fue tu pasión por escribir la que te mantuvo vivo durante el exilio?
Me mantuvo vivo las ganas de hacer bien las cosas que había hecho mal. Reivindicarme de errores con amigos a los que probablemente les haya fallado. La piconería también me mantuvo vivo en el sentido de cómo se habían desarrollado los acontecimientos. Pensaba que me podía sacar el clavo, no en términos de revancha, sino de aprovechar una segunda oportunidad de hacer las cosas mejor.
Al estar nuevamente en el Perú, ¿Aún tienes las ganas que tenías haces 3 años de salir del país?
(Risas) No, lo último que quiero es salir del país. Me siento reconciliado con el Perú y con la ciudad. Podría decirte que estoy en una especie de segunda luna de miel con Lima. La relación con la gente es distinta. Siento que ahora me tratan con una diferencia que antes era infrecuente y eso puede deberse al tiempo que tuve de ausencia, a las cosas que me han pasado, porque el público lector y televidente se identifica más con tus caídas que con tus éxitos.
¿Qué te hace feliz?
Me hace feliz la compañía de dos o tres personas que son lo que más he extrañado cuando he estado afuera. Me hace feliz mi soledad solo cuando la necesito, me hacen feliz mis perros a los que extraño porque todavía están en provincia, me hace feliz comenzar proyectos nuevos, a planificar programas, libros, secciones de periódicos, eso me mantiene vivo y sobre todo, me hace feliz reir.
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