¿Cómo empezaste en el mundo del atletismo?
Empecé a los 23 años, cuando estaba estudiando ingeniería electrónica en la universidad de Huancavelica. Durante las olimpiadas internas de la universidad, faltaba un competidor que representara a la facultad de Electrónica, y como era delgado, me invitaron a participar en atletismo, donde gané la carrera de 5000 metros planos. Un profesor de educación física, quien me vio correr, me dijo que si entrenaba podría a llegar a ser un buen maratonista. Ese comentario me motivó mucho. Ahora, soy corredor profesional.
¿Por qué escogiste el fondismo y no otro deporte?
Cuando empecé a entrenar descubrí que tenía ese gran talento para correr. Recuerdo que al estar entrenando en Huancayo, me presentaron al reconocido fondista Juan José Castillo, quien me preparó tres meses para participar en mi primera carrera: la maratón nacional, donde quedé entre los tres primeros puestos. Este resultado me permitió clasificar a mi primera carrera internacional, en Brasil.
¿Fueron duros tus inicios?
Fueron muy complicados. Para ser deportista se necesita auspiciadores, apoyo económico, y lamentablemente, como en casi todos los casos de los deportistas peruanos, no contaba con ningún tipo de auspicio. Lo único que tenía eran las ganas de convertirme en deportista profesional. Eso nadie me lo quitaba.
¿En qué momento te convertiste en atleta de alto rendimiento?
Mi caso fue muy particular. En un plazo de tiempo muy corto me convertí en un atleta competitivo. A partir de ese momento no había marcha atrás y simplemente decidí explotar ese talento que lo descubrí a los 23 años. Edad con la que participé en la media maratón de Bogotá, donde finalicé entre los primeros diez corredores. Desde ese momento, el nombre de Constantino León empezó a sonar internacionalmente.
¿Cuáles han sido los obstáculos a los que te has enfrentado a lo largo de tu carrera deportiva?
En el año 2003 sufrí una pequeña lesión, de la que me recuperé en el 2004, año en el que empecé a prepararme para participar en la maratón de Nueva York. Ese mismo año, dos meses antes de la gran carrera, sufrí un accidente en Lima. El chofer de un carro perdió el control y me arrolló. Estuve en coma. Contra el pronóstico de los médicos, luego de un año y medio, volví a las pistas de atletismo para entrenar y prepararme para las Olimpiadas Beijing 2008.
¿En qué maratones has participado?
En el Perú, en la maratón de los Andes, que es la más importante a nivel nacional. Internacionalmente, en los Juego Olímpicos de Beijing 2008, en el XII Mundial de atletismo de Berlín y en la maratón de Ottawa, donde conseguí la clasificación para las Olimpiadas del 2008. Además, he participado en una serie de medias maratones como la de Bogotá, San Blas en Puerto Rico y en las Vegas, Estados Unidos.
¿Qué tipo de entrenamiento sigues?
Junto a once fonditas, me preparo con un entrenador coreano que ha sido contratado por el Instituto Peruano del Deporte (IPD). Entreno todos los días, durante las mañanas, tardes y noches. Sobre todo tipo de terreno. Desde asfalto hasta trocha. En altura y sobre el nivel del mar. Mi tiempo está al 100% abocado al deporte.
¿Cuál ha sido tu mayor triunfo?
Clasificar a los Juegos Olímpicos del 2008 y al Mundial de atletismo del 2009.
¿Cuáles son tus expectativas para Londres 2012?
Soy muy optimista. Ahora cuento con más experiencia y me estoy preparando intensamente desde agosto del año pasado para conseguir un resultado importante. Quiero conseguir un título que será histórico para el Perú.
¿Alguna vez pensaste dejar el atletismo?
Sí. Porque ser deportista en el Perú es muy complicado. En los momentos difíciles lo único que me quedaba eran las fuerzas y ganas de seguir adelante. Una fuerza de voluntad que casi pierdo cuando me accidenté en el 2004. Fue un momento de mi vida en el que me pregunté si valía la pena seguir corriendo o dedicarme a otra cosa.
¿Qué consejos les darías a los deportistas peruanos que recién están empezando?
Soñar con algo grande y ser constante. A pesar que es muy complicado ser deportista en el país, la actitud con la que uno afronta los problemas es la que marca la diferencia entre el éxito y el fracaso.
Antonio Tello