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La recuperación de la Costa Verde tomará menos de lo pensado (artículo)


Lima es la única capital de Latinoamérica que tiene mar, pero curiosamente la relación entre costa y ciudad se perdió hace tiempo. El circuito de playas de la Costa Verde es un triste ejemplo de ello. Una mera vía que une seis distritos de Lima a lo largo de 15 kilómetros y que en los últimos 20 años ha figurado entre las propuestas incumplidas de alcaldes distritales y capitalinos que juraron convertirla en una zona turística.

Luego de casi dos décadas, Susana Villarán, la nueva alcaldesa de Lima, ha presentado un ambicioso proyecto para recuperar esta parte de la ciudad y transformarla en el circuito turístico veraniego más importante del Pacífico Sur. Se calcula que el proyecto, que demandará una inversión total de 220 millones de nuevos soles, esté listo para los primeros meses del 2012.

“Un malecón a los largo de los seis distritos, áreas verdes, pista de trote y escaleras en una serie de puntos que permitirán descender a las playas son los elementos que, junto con los módulos de servicios que colocaremos, buscarán establecer la relación entre la costa y la ciudad”, afirma en exclusiva para Terra Perú, Augusto Ortiz de Zevallos, arquitecto responsable de la obra.

Diseñado por el arquitecto Ernesto Aramburú Menchaca y construido en los años 1960 por el alcalde de Lima Luis Bedoya Reyes, el circuito de playas de la Costa Verde dejará de ser una simple autopista para dar lugar a una zona de esparcimiento que funcione todo el año.

“Actualmente la Costa verde es una especie de suicidio urbano porque al tener al mar frente a nosotros, no lo aprovechamos ni lo disfrutamos, por ello, necesitamos recuperar nuestra costa. Río y Barcelona son referentes clarísimos de la recuperación del litoral y nosotros queremos hacer lo mismo, salvar la imagen de la ciudad”, agregó Ortiz de Zevallos, quien durante la gestión del alcalde Alberto Andrade, diseñó y supervisó la construcción del Gran Parque de Lima.

Sin embargo, el plan para rescatar la Costa verde no es nuevo. Durante la administración municipal de Luis Castañeda Lossio se encargó un expediente técnico que comprendía un diagnóstico en cada distrito (San Miguel, Magdalena, San Isidro, Miraflores, Barranco y Chorrillos) para recuperar el atractivo de esta parte del litoral. Lamentablemente, la obra no se realizó porque se priorizaron otras obras.

“Castañeda quiso cambiar la imagen de la Costa verde, pero los recursos fueron invertidos en otros trabajos. Asimismo, en los 90 también hubo la intención de recuperar partes de la Costa Verde, pero debido a que el Estado estaba quebrado, se optó por la inversión privada. Como resultado de ello tenemos hoy a Larcomar, sin embargo, nunca hubo consenso para convertir la costa de la capital en una gran zona de esparcimiento”, explicó el arquitecto.

El urbanista aclaró que la obra de la Costa verde es un proyecto que ya está armado por lo que no es necesario un concurso para su ejecución. “Esta obra ya está lista para ser ejecutada. Hacer un concurso nos demandaría tres años más para que la obra se materialice”, dijo. Agregó que para futuros proyectos si se realizarán concursos que motiven la sana competencia entre los mejores arquitectos nacionales e internacionales.


Lima en busca de su identidad

Ortiz comenta que otro de los grandes proyectos para Lima es la canalización del río Rímac a lo largo de cuatro kilómetros: “Es penoso que el río se haya vuelto el vertedero de la ciudad y queremos cambiar esa imagen”.

Para Ortiz de Zevallos Lima tiene un gran potencial y su población joven y emergente permitirá cambiar categóricamente la imagen y calidad de vida en la ciudad.

“Antes Lima era vista como un paradero y dos tercios de su población se querían ir. Ahora, dos tercios se quieren quedar porque ven a la ciudad como un proyecto. Esto se debe a que estamos atravesando un buen momento económico por lo que es indispensable sentar las bases de un sistema para que toda la ciudad opere eficientemente”.

A pocos meses del verano, este proyecto busca restablecer esa relación perdida entre costa y ciudad. Una armonía arquitectónica que se disipó en los años 50 pero que hoy vuelve a brillar.

Antonio Tello / Terra, noviembre del 2010

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